EL DELIRIO MESIÁNICO DE LA DOLARIZACIÓN

 





            El contexto de inflación crónica superando el 100% anualizado genera una situación de angustia en la mayor parte de la población y plantea un desafío importante a la dirigencia política en su conjunto.

El gobierno tiene que lidiar diariamente con las inclemencias de un contexto económico muy desfavorable en varios frentes, pero la aceleración de la inflación representa la derrota más contundente y dolorosa que debe enfrentar.  Todos los esfuerzos y los pronósticos han sido arrasados por una realidad por demás adversa.

Por su parte, la oposición de Juntos intenta instalar la idea de que, ahora sí, están en condiciones de resolver el problema de la inflación si acceden al gobierno. Sin embargo, no está muy claro cómo lo harían. A pesar de que los antecedentes del gobierno de Macri no son demasiado favorables, los récords superados por Alberto Fernández y la ausencia de un plan consistente durante su gobierno, contribuyen a darle credibilidad a cualquier tipo de proyecto.

En este contexto aparece la propuesta del populismo neofascista de la ultraderecha liderada por Milei que propone un esquema de dolarización para derrotar a la inflación.

Indudablemente se trata de una idea irresponsable, pero por sobre todas las cosas, es impracticable técnicamente. Sin embargo, tenemos que entender que  Milei intenta provocar un explosivo nivel de desestabilización económica que detone una corrida bancaria, acompañada de una explosión en el tipo de cambio que finalmente desemboque en la hiperinflación que tantas veces predijo y que aún no ha sucedido.

Esto no es ni inocente ni descabellado. Hitler utilizó el daño generado por la hiperinflación alemana para acceder al poder y Milei prepara el terreno con la misma estrategia.

En definitiva, si hay promotores del cuanto peor mejor, Milei encabeza el ranking. Sus chances de acceder al gobierno se potencian si sucede una catástrofe de magnitud que lo coloque en el rol del líder iluminado que viene a “salvarnos” a todos.

Está claro que la estrategia busca apalancarse con la desesperación frente a la inflación y articula con el imaginario colectivo al querer imponer un relato fantasioso de que es posible cambiar de un día para el otro y de manera ventajosa nuestra depreciada moneda por el sólido dólar.

En cuanto a lo estrictamente técnico debemos decir que su propuesta, además de inviable, es absolutamente inconveniente para nuestro país.

Argentina no cuenta con la cantidad de dólares suficientes para poder reemplazar todos los pesos existentes por la divisa norteamericana, y tampoco tiene acceso a financiamiento en moneda extranjera para poder llevar adelante esta política.

En las circunstancias actuales, si decidiera aplicar esta idea, frente al bajísimo nivel de reservas de libre disponibilidad, el tipo de cambio resultante de esta delirante política podría llegar a disparar la cotización de conversión a unos $ 7000 por dólar, lo que representa una catástrofe para toda la economía nacional.

Estos valores de “conversión” tendrían un impacto devastador en el nivel de los salarios y jubilaciones, destruyendo el poder adquisitivo. Se genera una mega devaluación, y un default generalizado de las deudas públicas, disparando un proceso hiperinflacionario que dañaría profundamente el ya deteriorado tejido social de nuestro país.
Todos los economistas serios entienden que la insuficiencia de dólares es uno de los temas estructurales clave que enfrenta nuestro país y, por consiguiente, esta propuesta es absolutamente inconsistente técnicamente.

Sencillamente se trata de una propuesta del populismo de ultraderecha, que de manera irresponsable y sin fundamentos concretos, apela a la bronca de la gente para armar la trampa de sometimiento que el autoritarismo elitista le tiene reservado a nuestro país.


Alexis Dritsos